jueves, 15 de octubre de 2009

Suicidio colectivo


¡AVISO! Esta entrada puede herir la sensibilidad del lector.

No hay más que saber contar, para darse cuenta de que estamos abocados a la desaparición. En generaciones anteriores, nuestros bisabuelos o abuelos se llenaban de hijos. Era normal, al menos en mi genealogía, encontrar familias con no menos de 7 hijos. Nosotros, por contra, creemos cumplir nuestra tarea con uno o dos. Sé que no hay una única razón para que la gran mayoría de personas en edad de criar se decidan a no incrementar el número de hijos.
Mi teoría se basa en el egoísmo. Preferimos tener un apartamento en la costa, antes que un par de hijos más. Preferimos tener unas noches más relajadas o un fin de semana de descanso, antes de cuidar esas personas que no paran de solicitar nuestra atención. En resumen: primero miramos por nosotros mismos y después, miramos nuestros intereses. Y si queda algo más, nos cuidamos muy mucho de que nuestro status no se vea muy alterado o afectado del todo. Vivimos tan bien que no somos capaces de ver más allá de nuestras cortas miras.

En territorios como Israel, existe una guerra. Una guerra en la que no se disparan balas. Una guerra que no aparece en los telediarios. Es la guerra demográfica. Existe una carrera a muerte entre judios y musulmanes por el control demográfico. El tamaño sí importa en estos lugares. El porcentaje de personas de una u otra religión sí importa. Porque hay unas religiones que intentan anular a otras. Y eso se consigue por tamaño demográfico.

Cuando era más joven, siempre vi a Gadafi como un loco peligroso, capaz en cualquier momento de montar una parda con cualquier pais occidental. Sin embargo, ultimamente lo veo mucho más calmado, pero no menos peligroso. Gadafi es de los que ha entendido que la guerra santa no se gana con bombas en el campo de batalla. NO. Se gana utilizando las armas del contrario. El contrario tiene un punto débil: La democracia.
La democracia, que trata de igual manera, si no mejor, al inmigrante que al autóctono. La democracia que da, igual poder de decisión al foráneo que al autóctono. No tardaremos mucho en ver aparecer partidos islámicos en España y en toda Europa. Y el sistema los arropará. Y ese mismo sitema será devorado por dichos partidos, como Saturno devoró a sus hijos.

Como una especie de quinta columna, van llegando inmigrantes musulmanes que en breve tiempo cambiarán el panorama que conocemos actualmente. Y el caso es que no vienen camuflados en un caballo, como en Troya. Vienen a pecho descubierto, incluso animados por los gobiernos de origen. No veo que se escondan, la verdad. Y sus lideres religiosos, les inculcan la no integración. Todo esto parece ser un plan para islamizar el mundo, de una manera pacífica. Con el beneplácito de occidente, claro, basado en la Alianza de civilizaciones.

Occidente ha decidido suicidarse. Pero no es realmente un suicidio. Es una autoejecución, en la que nos hemos permitido elegir a nuestro verdugo.

Esopo escribió una vez:
Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada por el frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó es su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual sintiéndose morir, exclamó:

¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!


Espero que la integración triunfe sobre el integrismo. Y espero que Europa, al menos, siga siendo el referente de la civilizacion occidental. Al menos, ese es el panorama que deseo que se encuentren mis descendientes.

Y si todavia te quedan ganas de saber más, echa un vistazo a este video:
Demografía Musulmana