miércoles, 18 de abril de 2007

Archiveros

Inmediatez. Esa es la palabra. Todo lo queremos para ¡Ya!.
Nos extraña que un Archivo no tenga sus datos en Internet o, al menos, sus índices o, por lo menos, su dirección y teléfono en una simple página web.
Y nos extraña que un funcionario, un sacerdote o, en general, cualquier archivero nos diga que su trabajo no es el realizar búsquedas genealógicas.
Una cosa es que, por Ley, un archivero nos tenga que facilitar la labor de búsqueda. Pero hay que entender que la información que debemos facilitarle, para realizar la búsqueda, debe ser lo más concreta posible.
A veces les confundimos con entes que cohabitan entre papeles y polvo. Y que su única función es hacer desaparecer los expedientes que queremos y nunca aparecen. Hay quien piensa que su labor es la de copiar, trascribir, clasificar, ordenar, listar, microfilmar, escanear, digitalizar, publicar los datos que queremos, para que cuando los necesitemos ya esten completamente legibles.
Un buen archivero sabrá leer en las págins con tinta traspasada y tendrá que dominar el Español antiguo, con sus faltas de ortografía, así como todas las abreviaturas de apellidos y lugares del país, para que, por ejemplo, nos pueda explicar que un cura en el s XVII, escribía veyudo para denominar al viudo.
Como digo, el Archivero es persona. Intentad hablar con él, del tiempo, de lo bonito que es su archivo, de la cantidad de escaleras que tiene ese archivo, de lo que sea.
Decidle cuánto nos facilita la labor de búsqueda, o la buena labor que se realiza en el Archivo. Que vea que su trabajo se valora.
Al llegar a un Archivo, si antes de quitarte la chaqueta o dejar la carpeta, ya le has presentado la hojita con la petición de búsqueda con los datos que quieres, ese archivero ya te ha clasificado. Y no muy bien, por cierto.
¿Está mal hecho? Sí, seguro que sí. Pero, por si no lo he dicho, o no os acordais, los Archiveros son personas. Y yo, que no soy Archivero, también os clasificaría. Y mal. Muy mal.