Roma siempre me ha parecido, en cuestiones genealógicas, algo especial. Por una parte, por el hecho de su, ya muy publicado, sistema de Praenomen, Nomen, Cognomen y Agnomen. A cada persona, de clase alta, claro, cuando nace se le asigna la llamada Tria Nomina y, con el tiempo, se le añade la cuarta parte del nombre, con su cualidad, o el apelativo o calificativo que mejor le defina. Por ejemplo, vamos a tomar como referencia al padre de la adorada por muchos, Mesalina, llamado Marco Valerio Mesala Barbado. Su nombre (Praenomen) es Marco. La familia a la que pertenece (Nomen) es Valerio. Y dentro de los Valerio, pertenece al linaje (Cognomen) de los Mesala. La característica final (Agomen) de Barbado, se define por ella misma.
Aunque no nos demos cuenta, los nombres romanos llevan un estudio genealógico con ellos. A veces nos ofrecen datos de su origen, de la familia original, de la rama especifica. Incluso a veces, nos podemos imaginar hasta como fueron, con su característico final.
Hay un refrán que dice: "Si lo bueno es breve, dos veces bueno"
Aunque no nos demos cuenta, los nombres romanos llevan un estudio genealógico con ellos. A veces nos ofrecen datos de su origen, de la familia original, de la rama especifica. Incluso a veces, nos podemos imaginar hasta como fueron, con su característico final.
Hay un refrán que dice: "Si lo bueno es breve, dos veces bueno"
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