martes, 28 de abril de 2009

La Genealogia, históricamente, al servicio del poder


La Genealogía ha sido usada - y así podemos encontrarla - en practicamente todos los pueblos de la antigüedad. Y no solo como conocimiento de los antepasados a nivel familiar, sino para poder demostrar la capacidad para el acceso a cargos públicos. Cargos religiosos, militares o civiles.
En un comentario anterior hablaba de Grecia. En dicho pueblo, las genealogías mezclan lo humano y lo divino haciendo incluso distinciones en el grado de divinidad de sus deidades. La Genealogía en Grecia es usada por los Reyes, los nobles y los grandes guerreros, héroes del pueblo. Unos, para perpetuerse en el poder, siempre que los oráculos fueran favorables, y otros para poder explicar al resto de los humanos de dónde venía su nobleza o sus cualidades, tan fuera de lo común.
También en Egipto encontramos la Genealogía al servicio de la nobleza. Ésta la formaban los sacerdotes y los militares, que lo eran, por sucesión en el oficio, a sus antepasados. Más aún cuando se elegía al Faraon, que en cada dinastía pasaba de padre a primogénito. Solamente cuando esa línea fallaba, cambiaba la dinastía, pasando, al resto de hermanos o hermanas, la potestad de gobernar.
En la India, era impensable que una princesa contrajera matrimonio con una persona que no demostrara su noble origen. Y así podriamos seguir hablando de otros pueblos y civilizcaiones, como Persia, China o Babilonia.
La Genealogía fue un instrumento que, a lo largo de la historia, ha sido utilizado por unos cuantos inteligentes , para hacerse con más o menos cuotas de poder, intentando perpetuar dicho poder a todos los decendientes de ese linaje.
Gracias a Dios que, en los tiempos actuales, la Genealogía está al alcance de todos. Y todos podemos zambullirnos en los registros sacramentales para conocer a nuestros antepasados. Las motivaciones pueden ser muchas. Cada cual tendrá la suya. Lo que está claro es que, si alguien quería conseguir un espacio de poder, en la actualidad, con la Genealogía, ha llegado un poco tarde.

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