jueves, 26 de marzo de 2009

Genealogía. ¿Un mandato divino?


Segun leo a D. Jesus Larios, la genealogía es tan antigua como la familia. Como la familia, tal como se ha conocido siempre, claro, en la que el amor entre hijos, padres y abuelos perduraba más allá incluso de la muerte.
Hay quien ve en el cuarto mandamiento, un mandato divino que nos obliga a honrar a nuestros padres, de tal manera que los padres son tomados como representación de todos nuestros antepasados. El caso es que ese mandato divino se fue desplazando, del entorno religioso, a la vida civil o cotidiana. Se piden estudios genealógicos no solamente para esa honra al antepasado, sino para ejercer los derechos civiles, como cargos públicos, militares o religiosos.
Y llevado a extremos, esos estudios genealógicos sirven para diferenciarnos de los non gratos, como judios, gitanos, moros, etc. Simbolo de pertenencia a una clase, o simple excusa de exclusion con tintes racistas.
En un principio fue un mandato divino y en algunas culturas, el humano ha querido emparentar con los mismisimos dioses. No hay más que leer a los clásicos griegos para ver que no eras nadie, si tu abuelo no habia sido, por ejemplo, hijo de algún Dios, como Ulises, que fue bisnieto del mismisimo Jupiter.
El mandato inicial era simple. Lo hemos convertido en una demostración personal para dejar claro que somos hijos de algo.
En (muchas) ocasiones, qué sentido tiene ese refrán que dice "En este mundo embustero, hay muchos más caballos que caballeros"