domingo, 30 de noviembre de 2008

MARTIARTU, evolución reposada e inteligente


El pasado dia 27 de noviembre, lei en el DEIA un articulo a pagina completa, sobre el poligono industrial de Martiartu, en Arrigorriaga.
El alcalde de la localidad realizaba un pequeño recorrido en el tiempo, desde su creación a mediados de la decada de los 80 hasta nuestros días. Su lento pero progresivo crecimiento y afianzamiento, su importancia en la actividad empresarial de la comarca, su importancia como creacion de trabajo y riqueza para los habitantes de Arrigorriaga, etc. Es un polígono que está muy bien comunicado, tanto por la carretera Bilbao-Orduña como por la autopista A-68 que comunica Bilbao con Madrid. En fin, todo un lujo de polígono industrial que abarca mas de 100 empresas dedicadas a las mas diversas actividades, desde editoriales hasta empresas de material de soldadura.
Y os preguntaréis a santo de qué os cuento todo ésto. Es muy sencillo. En los terrenos donde se encuentra ese poligono, yacen los caserios de mi familia, donde nacio mi madre, donde pasaba largas temporadas en mi infancia. Caserío que tuvieron que abandonar mis abuelos al llegar la vejez, dura vejez. El caserio y los terrenos a los que, a finales del verano de 1983, tuvimos que volver, para borrar las huellas de las brutales inundaciones.
Al articulo le faltaba algo. Algo que aun hace que, al escribir sobre Martiartu, me corran las lagrimas. Algo que no se ve en las fotos que aparecian en él. Algo que me vuelca el corazón cada vez que paso por su lado. Porque yo no veo pabellones. Yo veo mis recuerdos y mi infancia.